miércoles, 2 de julio de 2014

HISTORIA DE UNA MARIPOSA


Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder verla cuando saliera de su encierro.


Un día, en el capullo apareció un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas a la mariposa que luchaba y forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que le pareció que se había atascado. Entonces, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó un lado del agujero para que por fin la mariposa pudiera salir del capullo.

Sin embargo, al hacerlo, la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar el cuerpo que seguramente se reduciría.

Nada de esto sucedió y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo llegar a volar.

Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar. Al privar a la mariposa de la lucha, también la privó de su salud. La libertad de volar solamente llegaba para ella luego de la lucha.

Si Dios nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido. Algunas veces la lucha es lo que necesitamos en la vida. ¡Cuánta verdad hay en esto! Cuántas veces hemos querido tomar el camino más corto para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres.

Nunca recibimos mas de lo que podemos soportar y a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego. No permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no debemos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos tener. Disfrutemos cada instante de cada día por lo que nos ha sido dado por gracia de Dios

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